A medida que los efectos del cambio climático se hacen más frecuentes e intensos, los arquitectos deben diseñar edificios capaces de soportar condiciones meteorológicas extremas cada vez más habituales, tales como tormentas de granizo, fuertes vientos, lluvias intensas, nevadas y temperaturas estivales extremas, entre otras. La inversión en edificios resilientes también supone un ahorro económico, ya que protege de forma eficiente los activos que albergan en su interior. Estos edificios requieren menos reparaciones y pueden seguir operativos tras eventos meteorológicos extremos.
Las cubiertas planas y de baja pendiente deben ser diseñadas para poder soportar los desafíos que plantea el cambio climático, lo que requiere estrategias de diseño especializadas para mejorar su resiliencia. Para ello, la capacidad de adaptación a condiciones climáticas cambiantes debe integrarse en el diseño de las cubiertas, tanto en edificios nuevos como en los ya existentes.
En primer lugar, las cubiertas planas deben ser capaces de soportar el peso adicional de la nieve y del hielo. La elección de membranas de impermeabilización monocapa y ligeras es un buen primer paso para evitar sobrecargar la estructura de la cubierta.
Garantizar un drenaje adecuado también es fundamental. Un drenaje insuficiente puede provocar la acumulación de agua, por lo que aumentaría el riesgo de filtraciones y daños estructurales. La mejora de la pendiente de la cubierta mediante refuerzos de drenaje y paneles aislantes inclinados contribuye a dirigir el agua hacia los desagües. También se recomienda incorporar rebosaderos y sistemas de drenaje secundario para gestionar el exceso de agua en caso de lluvias intensas.
La elección de materiales de larga duración mejora la resiliencia y el rendimiento medioambiental de la cubierta. Los materiales de impermeabilización avanzados, tales como el caucho de monómero etileno-propileno-dieno (EPDM) y la poliolefina termoplástica (TPO), ofrecen una resistencia superior a la intemperie, ya que poseen una gran tolerancia a la expansión y contracción térmica, así como a la degradación ambiental causada por los efectos de los rayos UV y del ozono.
Las membranas para cubiertas de EPDM de alta calidad pueden alcanzar una vida útil de más de 50 años, mientras que una membrana TPO bien formulada puede durar 25 años o más.
La adaptación del diseño de la cubierta a las condiciones climáticas locales es clave para garantizar su resiliencia. En zonas de clima cálido, es fundamental seleccionar membranas diseñadas para resistir la exposición a altos niveles de radiación UV, emplear materiales reflectantes, mejorar el aislamiento térmico para reducir los costes de refrigeración y maximizar la ventilación, entre otros aspectos. En climas fríos, además de un buen aislamiento, se debe priorizar la capacidad de carga de nieve y adoptar medidas para prevenir la formación de diques de hielo.
En zonas con precipitaciones intensas, además de aplicar estrategias eficientes de drenaje, es imprescindible elegir una membrana de impermeabilización robusta y materiales resistentes al moho.
También se deben tener en cuenta los efectos del viento, ya que las superficies planas son más susceptibles a la succión del viento y a los impactos de escombros arrastrados por este. Los sistemas de cubiertas planas deben estar anclados a la cubierta deck de manera tal que puedan resistir adecuadamente la fuerza del viento.
Las cubiertas planas ofrecen una base ideal para la instalación de sistemas de energía renovable, tales como los sistemas de cubiertas fotovoltaicas. Su superficie amplia y despejada facilita tanto la instalación como el mantenimiento de los paneles solares.
Las cubiertas verdes también aportan grandes beneficios a las cubiertas planas, especialmente en entornos urbanos. Además de reducir el efecto isla de calor y proporcionar una capa adicional de aislamiento, las cubiertas verdes desempeñan un papel crucial en la gestión del agua de lluvia. En caso de lluvias intensas, la vegetación y el sustrato de una cubierta verde absorben una parte del agua de lluvia y la liberan gradualmente al sistema de drenaje y a la atmósfera a través de la evaporación. Esto alivia la presión sobre los sistemas de alcantarillado, reduciendo el riesgo de inundaciones y de erosión.
La realización de inspecciones periódicas es fundamental para garantizar la resiliencia a largo plazo de una cubierta. El otoño y la primavera suelen ser las estaciones más recomendadas para revisar el estado de la cubierta y programar actividades de limpieza, reparaciones o mejoras.
Los sistemas de impermeabilización EPDM y TPO de Elevate están diseñados para ser resistentes y duraderos. Ofrecen una excelente resistencia a la intemperie en todo tipo de climas y presentan una gran tolerancia a impactos y granizo. También son capaces de resistir la fatiga provocada por los movimientos del edificio y, en caso de daños, son muy fáciles de reparar.
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